¿A
quién le gustan las despedidas? A mí no.
Decir
adiós nunca es fácil, ni siquiera cuando sé cuándo volveré a verles.
Y me he acostumbrado a hacer maletas, comprar
billetes y coger aviones, pero no. Uno jamás supera el vacío que la gente deja en ti.
Aprendes a sobrellevarlo, pero siempre está ahí.
Y así
que con cada despedida, una parte de mí se queda con ellos, y me toca
sobrevivir y rehacer este puzle que se sostiene unido gracias al pegamento de
la esperanza de volver a verlos pronto.
Y ahora
vuelve a empezar la cuenta atrás, paciencia, sólo quedan 94 días más...
Travesura realizada, CaroPuppi