UNA TARDE DE CINE

Y todo lo que conlleva.

Antes de salir de casa revisas la cartelera, las sinopsis y los tráilers (hay que asegurarse de que la película no sea un chasco, aunque siempre te puedes sorprender...) y cuando descubres una película que realmente merece la pena, esa es LA ELEGIDA.

Ahora sólo tienes que buscar una mafia que acepte tu riñón a cambio de dinero para poder pagar la entrada (y las palomitas, si queremos darnos un lujo), porque desde hace unos años las entradas tiene un precio desorbitado, tan alto, que los cines sólo parecen llenarse el día del espectador o en la fiesta del cine.

Conseguido el dinero tras vender un riñón, pedir un préstamo bancario o ganar la lotería, ya puedes hacerte con la entrada. Después tienes dos opciones o ir hasta la cafetería del cine y comprarte sus palomitas, chuches y demás (a precio de oro) o hacerte con ellas en un súper cercano y llevarlas desde casa, pero ¡cuidado! escóndelas bien, en algunos cines he visto prohibir la entrada con comida que no es propia del establecimiento, como si tuvieran derecho, y la verdad es que la situación no es muy cómoda. ¿Que cuál es la solución? Maxibolso o abrigo con bolsillos gigantes. Todo sea por ahorrarnos unos eurillos y evitar la humillación.

Y podría parecer que ya ha pasado lo más difícil, la prueba de fuego, porque sientes la misma emoción que al colocar la maleta en la jaula de Ryanair y ver que cabe sin ningún problema. Pero al igual que cuando viajas, te toca aguantar a gente sin educación que habla a gritos, publicidad y más publicidad, antes de llegar a tu destino.

Porque sí, antes en el cine podías disfrutar de trailers antes de ver tu película y decidir de antemano cuáles merecían la pena o simplemente iban a ser olvidadas. Ahora los pocos tráilers proyectados quedan sepultados bajo anuncios y más anuncios que carecen de interés.

Pero bueno, llegó el deseado momento, se apagan completamente las luces y empieza la película, es el momento de disfrutar y dejarse llevar por los personajes, la música y la historia...tiririrí, tiririrí, tiririrí...¿PERO BUENO, QUIÉN HA DEJADO EL MALDITO MÓVIL ENCENDIDO? ...mm...sí, diga...ah, hola...sí, estoy en el cine...¿¡Y AHORA SE PONE A HABLAR!? ...

Y esto me pasa siempre (tengo muy mala suerte), entro a la sala acompañada de desconocidos a los que no les importa gastarse una pasta en el cine para luego no disfrutar de la película, y aunque intento pasarlo por alto, me molesta; y si la película resulta ser un chasco, salgo del cine echa una furia.

Desde aquí hago un llamamiento: En el cine los móviles apagados y las conversaciones entre susurros, para que así podamos disfrutar todos de un buen rato frente a la gran pantalla.

Travesura realizada, CaroPuppi