Les pongo en situación, soy canaria (en este momento me tienen mucha envidia). Sí, tengo la suerte de vivir en un paraíso tropical rodeado de mar, lleno de gente amable y simpática, donde siempre hace sol y nunca pasamos frío (o al menos, eso creen los peninsulares). Y tengo la desgracia de vivir aislada del resto del país y del mundo, hecho que implica volar en avión cada vez que quieres salir de tu burbuja de felicidad.
Así que en septiembre de 2012 puse rumbo a Madrid. Sí, a la capital de lo deprimente, del frío, del color gris que inunda las calles y el cielo, para cumplir mi sueño de bailar. Con dos maletas repletas de ropa, ilusión, miedo y esperanza a partes iguales, me presenté en el aeropuerto preparada para dar el gran paso. ¿Y cuál fue mi sorpresa? Que las ganas de comerse el mundo causan exceso de equipaje, concretamente 8 kilos. Y así fue como descubrí que las compañías aéreas son tan benévolas como Voldemort.
Mi maleta nunca había tenido complejo de sobrepeso hasta ese momento, después de esto, nunca se ha recuperado. Descubrió que si quería volar, debía pagar un asiento VIP "para gordas", unos 60€ más.
Pero mi ángel de la guarda se personó para hacer que no pagara nada, ya que estaba dispuesta a pagar lo que fuera (contradictorio, ¿verdad?). Pero así es, con el bolsillo intacto pude continuar mi aventura madrileña y, aunque mi pobre maleta no ha vuelto a ser la misma, estas cosas siempre dejan huella, sigue dándole las gracias a aquel hombre, cuyo nombre desconocemos, por no hacerle pasar la vergüenza de sentarla en uno de esos "asientos con algún centímetro de más".
Sin embargo, ahí no acaban las cosas (desgraciadamente), una siempre debe volver a casa por navidad y recuperar a base de comidas de la madre y la abuela el peso perdido por la poca habilidad que tiene en la cocina...
Vuelta a casa programada para el 21 de diciembre de 2013, billete comprado dos meses antes con ¡mi primer sueldo!, ¿genial no? Eso pensaba yo, hasta que dos días antes de volver, haciendo el checking online, descubrí que había hecho la reserva para noviembre, ¡NOVIEMBRE!
Dejando a parte el ataque de nervios que pillé y el río que lloré, conseguí comprar un billete de avión para la fecha correcta gracias a la bondad y el sueldo de mi hermana. SÓLO había pagado dos veces por el mismo vuelo, pero volvía a pasar las fechas señaladas en casa y todo me parecía bien. Hasta que las dos horas y media de retraso del vuelo me hicieron replantearme la dudosa bondad de AirEuropa.
Se acabaron las navidades y de vuelta al aeropuerto. Ahora la que llevaba unos kilos de más era yo, los turrones y mazapanes causan estragos en mi cuidadas curvas. Por experiencia, ya sabía que no podía ser fácil...
Era imposible realizar el checking online (¿!me está pasando esto otra vez!? Dios, dime que no) así que fui antes al aeropuerto, para recibir la noticia de que AirEuropa tiene en sus concidiones generales(esas de las que jamás había oído hablar) que si no viajas en el vuelo de ida, ese que perdí, te cancelan el de vuelta, POR QUE SÍ, SIN AVISAR, PORQUE ELLOS SON LOS QUE MANEJAN EL COTARRO.
Y la única opción era viajar en clase VIP(y ahí entendí por qué mi maleta no ha vuelto a ser la misma) por unos 300€ o esperar a que se quedará libre una plaza en turista por 200€. Y esperé, esperé, pero mis lágrimas y maldiciones no tardaron en llegar...
Histérica volví a ventanilla y ¿quién estaba allí? ÉL. Para decirme que había plaza libre para mí y que pasara directamente al control, sin pagar lo que correspondía. Y eso hice, me fui sin mirar atrás y sin preguntarle si quiera su nombre. Y no consigo recordar si también me fui sin darle las gracias...así que por si acaso... ¡GRACIAS!
Travesura realizada, CaroPuppi
Lo que has tenido que pasar hija mía , las compañías aéreas son unas cerdas con alas.
ResponderEliminarPues sí. Suerte que aparece él para salvarme
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