Claro está que esa idea empieza a ser apetecible cuando me toca esperar siglos por una guagua (autobus, si no tienes la suerte de ser canario), cuando un trayecto de media hora se convierte en una odisea de hora y pico y cuando me encuentro a todo tipo de especímenes humanos malhumorados, malolientes y antipáticos como compañía en mis travesías.
Muchos dirán que exagero, que manejar un coche es una responsabilidad, pero que no debo pensar tanto en los riesgos. Pues yo me niego... Me niego a formar parte de esa mayoría de conductores a los que les puede la prisa y aprietan sin pensarlo dos veces el acelerador, de los que no usan los intermitentes, de los que hacen caso omiso a las señales de tráfico, de los adictos al smartphone que no pueden dejar su vicio ni siquiera para conducir...
Porque últimamente he observado, como peatón y como copiloto, demasiadas personas que han olvidado que llevan entre sus manos un vehículo capaz de transportarles a donde quieran, pero también un arma que puede acabar con la vida de los demás e incluso con la suya propia.
Está claro que en algún momento tendré que sucumbir a mis necesidades y tendré entre mis manos ese cacharro infernal al que ahora le tengo tanto miedo. Sólo espero recordar cada vez que me suba a un coche que mi vida y la de los que me rodean es lo más importante.
Travesura realizada, CaroPuppi
Le daria un me gusta pero esto no tiene, muy compartido por mi ( sal de mi cabeza D: )
ResponderEliminarJAJAJA Es que últimamente veo cada cosa...Sucumbiremos algún día a eso del coche?
EliminarSí, algun dia sucumbiremos, aunque a mi me da vagancia, la verdad, pero me lo tendré que sacar, cuando acabe la carrera, supongo
ResponderEliminar